Galba y Nerva dos emperadores para un compás de espera
Ikusi/ Ireki
Data
2022-12-12Egilea
Castillo Pascual, María Josefa
Laburpena
En el siglo I d.C. dos crisis interdinásticas jalonaron el final y el comienzo de tres dinastías de emperadores: la Julio-Claudia, la Flavia y la Antonina. Ambas crisis se deben explicar a partir del hecho de que el poder imperial era una delegación, por eso el elegido para desempeñarlo no tenía la categoría de rey. No existía la sucesión por derecho de herencia ni una reglamentación jurídica en este sentido. Con cada cambio de gobierno siempre estaba el riesgo de una guerra civil, y cuando el emperador no tenía un claro sucesor, se había servido en bandeja el panorama político adecuado para un exitoso complot. Esta tesis se centra en los dos vacíos de poder que se generaron tras el inesperado triunfo de las coniurationes que acabaron con la vida de Nerón y de Domiciano y en cómo se solucionó la inestabilidad política que esto generó: con la elección de dos personajes que desempeñaron una función muy similar a la del interrex de época monárquica y republicana. Los elegidos fueron Galba y Nerva, dos prestigiosos senadores de origen patricio, que habían ejercido el consulado en una y dos ocasiones, respectivamente, y cuya avanzada edad y faltade descendientes directos les convirtió en la mejor opción para el 'compás de espera' que se generó entre Nerón y Vespasiano, y, después, entre Domiciano y Trajano.