Resumen
Existe un tipo de imagen que calificamos como violenta: aquella que nos agrede y produce dolor a distancia. Por otro lado podemos encontrar un grupo de imágenes que llamamos sublimes y que, aunque tienen un componente de violencia, lejos de incitarnos a cerrar los ojos nos invitan a deleitarnos con lo que nos dan a ver. Allí donde unas ofrecen rechazo, las otras permiten el goce; sin embargo, ambas imágenes comparten algunos elementos. Es precisamente la manera de gestionar estos rasgos comunes lo que nos lleva a proponer un esquema para medir, pesar o, al menos, pensar las imágenes violentas. Para este fin nos ayudaremos también de algunos ejemplos (audiovisuales, pictóricos, fotográficos y escultóricos) que ilustren las diferencias que detectamos entre las imágenes que llamaremos de violencia inmanente, y aquellas otras que consideramos de violencia inminente.