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dc.contributor.authorDíaz Alemán, Manuel Drago
dc.date.accessioned2020-07-10T10:06:29Z
dc.date.available2020-07-10T10:06:29Z
dc.date.issued2013
dc.identifier.citationAusArt 1(1) : 231-239 (2013)
dc.identifier.issn2340-8510
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10810/45284
dc.description.abstractLa ciudad se ha construido y se construye por decantación y superposición. Y en su representación lo que predomina es el plano abatido, ni la ciudad en la que vivimos ni su historia es entendible sin su vista cenital. Esta priorización de lo cenital tiene su origen en los hábitos de la cartografía, destinada casi desde sus orígenes a hacer casar dos realidades con inercias divergentes, la de la ciudad planificada y la de la ciudad vivida. La vida y su planificación se expanden, pero desde hace tiempo lo hacen de manera asincrónica, comenzando en la mesa de un proyectista. La forma resultante es, además de una 'representación', el resultado complejo e inacabado de un proceso continuo de afecciones recíprocas. El cartógrafo hace tiempo que asumió la esencia de su oficio y devino 'planificador', con cierta literalidad, aquel que hace posible el dominio del espacio, aplanándolo. Y su obra está más próxima a una visión 'topológica' que geométrica, donde se hace énfasis en lo convergente, lo continuo o lo conexo; de tal manera que se prioriza la información útil destinada a la administración y control del territorio. La planificación genera por sí misma una imagen de la ciudad caracterizada por una visión normalizadora que simplifica el espacio 'real' obviando las contradicciones, disensiones y ambigüedades; apoyándose en criterios económicos, estadísticos, etc.; todos ellos herramientas de "punta gruesa", aptas para el desbaste, para el encajado, ideales para igualar o nivelar, pero inservibles para construir matices. La planificación se convierte irremediablemente en un ejercicio totalitario de poder, de una manera tan insistente y prolongada, que la ciudad abandonó sus metáforas para absorber la imagen que le domina en el continuo proceso de su planificación y que hoy da aspecto a nuestro mundo de vida. Sin duda, hace mucho que abandonamos la ciudad para habitar el mapa. La ciudad y la vida están ordenados por capas traslúcidas superpuestas que conforman, desde sus estratos materiales hasta las relaciones de poder, sublimado en un Sistema de Información Geográfica (GIS) y orientados por la infalibilidad de un Sistema de Posicionamiento Geográfico (GPS). Un territorio saneado y homogeneizado, un mapa construido bajo la coartada del orden y cuya vocación es la del dominio. Habitar el mapa siendo conscientes de su predeterminación implica la necesidad de construirnos uno propio, pero ¿cómo se dibuja el mapa de un mapa?
dc.language.isospa
dc.publisherServicio Editorial de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatearen Argitalpen Zerbitzua
dc.rightsinfo:eu-repo/semantics/openAccess
dc.title¿Cómo se dibuja el mapa de un mapa?: del arte de resistencia al arte de la orientación
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/article
dc.rights.holder© 2013, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua


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